‘Poesía’

pequeño-mendigo

Carita de luna sucia
piel morena, ojos de sombras
segadas por dos estrellas
brillando en la noche oscura.
Frágil, menudo, inconsciente
de la realidad impura,
naricita goteando, sin pañuelos
que sequen su abandono.
Sombrío linaje de penurias,
consecuencia de un vientre que naufraga
en el callado grito del deseo
y la promiscuidad de la miseria,
Saltitos de gorrión en una prisión de lodo,
ángel transmutado en sueños imposibles
en caricia malograda,
en juguetes ausentes.
Pequeño dolor que sonríe,
Súplica tendida, mendigando esperanzas
sin saber que hay un futuro intrincado
aferrado a su destino.
Auroras teñidas de bonanza
o cárceles aviesas
que aguardan agazapadas
el sonido de tu nombre.
¿Acaso habrá un mañana
sin piruetas de lodo,
una brisa que rescate tu inocencia,
habrá acaso piedad para el frío de tus harapos?
¿Habrá un eco que comprenda
la dulce rebeldía de tu voz,
el impiadoso temblor de tu orfandad?
No lo sé…No lo sé…

© Olimpia Bordes

Qué importan los desvalidos sueños
y la esperanza inútil,
qué importa la inocencia defraudada
y la verdad desnuda.
Qué importan la impotencia y el cansancio,
el tiempo que transcurre inexorable
y el llanto y la tristeza y la amargura
y la ausencia y el ayer … y el desarraigo…
Qué importa el torbellino de este mundo
que arrastra y no comprende,
insólito y extraño ante mis ojos,
que asombra, que excluye y que sorprende.
Qué importa el vértigo y el tráfago
sin pausa, sin tregua y sin alivio.
Qué importa al fín, si el fuego se ha extinguido
y se ha perdido el beso que lo enciende…
Nada importa si asida de un recuerdo,
esbozo una sonrisa…
nada importa si a cambio he merecido
la vida que he vivido.
Si he cultivado una flor en el desierto,
si he visto una estrella en la tormenta
si me ha mirado Dios, en tu mirada,
…si he tenido tu amor……

© Olimpia Bordes

amanecer en el ríoLos  sueños navegaban por el río
como desnudos camalotes,
la boca rosada de la rosa
se entregaba  al  rocío
Era el tiempo suspendido en las estrellas,
había auroras de rojizas pinceladas,
una ingrávida marcha cadenciosa
y un empuje insaciable en las  entrañas
Era el tiempo de reír, de ir al colegio,
esbelto el talle, fácil el sonrojo
y  un poema guardado en el cuaderno
cual lírico tesoro.
Era el tiempo de amar  sin  presentirlo
con un latido ansioso en la mirada,
sin pena ni recuerdos ni nostalgias
sin ausencias ni adioses que lastimen.
Era el tiempo del duende que transita
imaginando encuentros  fabulosos,
inesperado beso enamorado
en senderos ignotos.
El tiempo era el tiempo de la  vida,
del abierto camino, de las alas,
del despertar sin ser niño en la mañana
con un niño durmiéndose en el alma
Cándida niñez que se diluye,
ensayada sonrisa en el espejo,
entonces había  trinos en el lluvia,
Ahora…    Ahora el tiempo es otro.

© Olimpia Bordes

A Federico García Lorca

clavel rojo

Mientras las rosas dormían
y cantaban las estrellas,
un niño nació en España
una noche de poetas.
Clavel, caballo y guitarra
le dieron su gallardía
canto de grillo y caminos
trenzaron su poesía.
Amigo de los gitanos,
romancero de pasiones,
amor que amaba callando
escondido en un poema.
Bravo torero inmolado
a las cinco de la tarde,
niña que persigue el viento,
rosa que muere esperando,
y la doncella del río
y las bodas y la sangre
y la estéril tierra seca
hendida en la desventura.
Noche de carabineros,
soledad, grito impotente,
noche de infamia y de muerte,
noche negra, noche oscura.
Destrozaron su sonrisa,
paralizaron sus pasos,
en el trágico recuerdo
su corazón se desgarra.
Le quebraron la esperanza,
apagaron su mirada,
brutales lo derribaron
creyendo que lo mataban.
Pero en las aviesas sombras
del odio y de la ignominia,
la luna le dio su brillo
bajo el cielo de Granada.
Inútil fue la soberbia,
inútil la intolerancia,
inútil la rosa roja
que el fusil abrió en su pecho.

¡No pudieron con su canto,
no pudieron con su alma,
no pudieron con su  vuelo,
no pudieron con sus alas!

© Olimpia Bordes