Los sueños navegaban por el río
como desnudos camalotes,
la boca rosada de la rosa
se entregaba al rocío
Era el tiempo suspendido en las estrellas,
había auroras de rojizas pinceladas,
una ingrávida marcha cadenciosa
y un empuje insaciable en las entrañas
Era el tiempo de reír, de ir al colegio,
esbelto el talle, fácil el sonrojo
y un poema guardado en el cuaderno
cual lírico tesoro.
Era el tiempo de amar sin presentirlo
con un latido ansioso en la mirada,
sin pena ni recuerdos ni nostalgias
sin ausencias ni adioses que lastimen.
Era el tiempo del duende que transita
imaginando encuentros fabulosos,
inesperado beso enamorado
en senderos ignotos.
El tiempo era el tiempo de la vida,
del abierto camino, de las alas,
del despertar sin ser niño en la mañana
con un niño durmiéndose en el alma
Cándida niñez que se diluye,
ensayada sonrisa en el espejo,
entonces había trinos en el lluvia,
Ahora… Ahora el tiempo es otro.
© Olimpia Bordes